Ángela Johana y Jenifer, dos hermanas que fueron separadas por la catástrofe que borró del mapa la localidad colombiana de Armero, y residentes una en España y otra en Colombia, se encontraron 34 años después gracias a una prueba de ADN, historia que hicieron pública este jueves.
«Analizamos una serie de marcadores genéticos dentro de los cuales hay uno que se hereda exclusivamente por línea materna, que es el ADN mitocondrial», dijo hoy el doctor Juan Yunis del Instituto de Genética Yunis-Turbay, que hace las pruebas de ADN para la identificación de las familias separadas.
TRAGEDIA NACIONAL
La vida de las hermanas cambió cuando el volcán Nevado del Ruiz hizo erupción el 13 de noviembre de 1985 arrasando el pueblo de Armero ubicado a 50 kilómetros del volcán, en el centro del país, causando la muerte a unos 25.000 de sus 29.000 habitantes.
Una de ellas, Jenifer, fue adoptada por una familia española, de apellido De la Rosa, que no podía tener hijos y optó por la adopción en el extranjero, trámite que iniciaron en la embajada colombiana.
Meses más tarde recibieron una carta del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF) de Manizales en la que se les notificaba que se les daría «una niña» y aparecía la foto de Jenifer.
Sus padres le contaron de pequeña que los niños podían llegar al mundo de diferentes formas y que ella llegó desde otra parte que no era España.
CAMINOS SEPARADOS
Jenifer, periodista, ha vivido desde entonces en Valladolid (noroeste de España), y con una familia feliz que en todo momento apoyó los pasos que daba en la búsqueda de sus familiares perdidos.
«Desde hace años empecé a buscar mis raíces y en la investigación me fui encontrando otros niños colombianos que están repartidos por todo el mundo; se nos ha dificultado la labor de encontrarnos por no tener claro los datos» afirmó a De la Rosa hoy a periodistas en Bogotá.
Su hermana Ángela Johana, que tenía un año cuando fue adoptada por una familia colombiana de apellido Rendón, no corrió con tanta suerte porque asegura que su madre adoptiva no se portó muy bien con ella y que su padre no acepta la búsqueda de su familia biológica.
Su vida ha transcurrido en la ciudad de Barrancabermeja en el departamento de Santander, donde tiene dos hijas de 18 y 14 años, trabaja a media jornada en una fábrica y el resto del tiempo tiene un negocio en el que vende embutidos y loterías.
EL ENCUENTRO
En 2017 Ángela viajó a Manizales, fue al Juzgado Segundo de Familia y allí le dieron los papeles donde ponía el nombre de su madre «Dorian María Tapasco Téllez».
Más tarde regresó a Barrancabermeja, donde publicó un anuncio en la prensa sobre su caso y un año después recibió una llamada de la Fundación Niños Perdidos de Armero en la cual le decían que alguien estaba «buscando a la misma persona que tú».
Jenifer, por su parte, había viajado antes a Colombia donde se dirigió al ICBF y le asignaron a un funcionario que cambiaba cada seis meses, pero al tiempo dejó de recibir correos e información.
Pasaron los años hasta que por fin un día le entregaron documentos con información recopilada en 120 páginas, mal numeradas o algunas incluso inexistentes, mientras que a Ángela en su búsqueda tan solo logró conseguir 20.
«Es una alegría muy inmensa el saber que tengo una hermana, lo que más anhelo es saber si mi mamá está viva, saber si tengo más hermanos, sentarme a hablar con ella, saber que pasó ya que tengo muchas cosas que preguntarle, aunque no soy quien para juzgarle», aseguró este jueves Ángela entre lágrimas.
INVESTIGACIÓN CIENTÍFICA
El encuentro fue posible gracias a la Fundación Niños Perdidos de Armero que desde hace años reconstruye la memoria histórica del pueblo destruido.
Ninguna institución del Gobierno colombiano tiene competencias en temas de desapariciones y además tampoco colaboran con el proyecto por el hecho de ser ya personas adultas, según la Fundación.
«Esta tragedia es en magnitud mucho más grande que el holocausto del Palacio de Justicia», manifestó Yunis en referencia a la tragedia vivida por Colombia una semana antes de la de Armero, cuando la guerrilla del M-19 tomó la sede del Poder Judicial en el centro de Bogotá, recuperada a sangre y fuego por el Ejército, acción que dejó 94 muertos, entre ellos 11 magistrados de la Corte Suprema de Justicia, decenas de heridos y 11 desaparecidos.
Yunis lamentó que además algunos fallecidos en Armero hayan sido «traídos y enterrados en el Cementerio del Sur (Bogotá) junto cuerpos del Palacio de Justicia».
Por eso, el Instituto Yunis-Turbay y la Fundación piden una base de datos para cruzar los que ellos tienen con los de las víctimas de ambas tragedias enterradas en el Cementerio del Sur, información que las autoridades no les suministran aún.
Para la Fundación, el de las hermanas De la Rosa y Rendón es el cuarto reencuentro por ADN, y en su base de datos tienen para resolver nada menos que 543 casos reportados.