En la noche del 13 de noviembre de 1985 el volcán Nevado del Ruiz entró en erupción, llevaba con una actividad unos meses antes, pero no se tomó con la importancia que debía (fueron debidamente interpretadas o comunicadas) y la población de Chinchiná, Villamaría y Armero, afectó a los departamentos de Caldas y Tolima, Colombia, ninguna fue evacuada a tiempo para evitar pérdidas humanas.
En la historia se tienen registradas dos erupciones anteriores, una en 1595 y la otra en 1845. En ambas ocasiones, hubo avalanchas provocadas por el deshielo del cono del volcán que de forma natural bajó por el cauce del río Lagunilla, orilla en la que se ubicaba Armero.
Sobre las nueve y media de la noche, comenzó la avalancha con una gran cantidad de agua por el hielo que se desprendió de la cumbre del volcán junto a piroclastos. Este desprendimiento causa posteriormente el crecimiento de los ríos Lagunilla, Chinchiná, Gualí y Azufrado, causando daños en 210 mil hectáreas.
Este desastre natural es considerado uno de los más mortíferos en la historia del país, dejando aproximadamente 25.000 muertos y desaparecidos. Décadas después, algunas familias siguen convencidas de que sus hijos fueron dados en adopción.
Fue una tragedia de muchos muertos, pero todos se resumen en un rostro: el de Omaira Sánchez Garzón, la niña de 13 años que durante 72 horas luchó atrapada entre el lodo hasta que su cuerpo no resistió y murió ante los ojos de socorristas y periodistas de todo el mundo.